viernes, 6 de noviembre de 2009

Lata curiosa

Hay una máquina de refrescos que me odia. Está en la Casa de España, y los que se pasen por allí sabrán que hay dos en la planta baja. Yo siempre usaba la de la izquierda, porque me gustaban más los cafeses de allí, y porque la de la derecha a veces la reponían justo cuando yo llegaba. En fin, la he usado poco, y desde ahora va a ser nada, por varios motivos.

El principal puede ser que he dejado las clases ahí. Demasiado nivel para mí, ¿eh, Nerea? A veces parecía Forrest Gump. Aunque siguiese asistiendo (y quizá lo haga, cuando tengan un curso para niños de 15 meses), no compraría en la máquina en cuestión por que la penúltima vez que lo hice pedí un café y me salió un té. No es que me disguste el té, en absoluto, pero el café me despierta mucho más, y era lo que estaba esperando. Hay que añadir el despago sentido.

Pero la gota que colmó el vaso fue el diseño gaudiano de la lata de refresco que pedí. Indudablemente innovadora, pero jodíamente difícil de abrir, y complicadilla de beber. Resumiendo, que esa máquina para mí ya no existe.


Me pregunto cómo lo harían...



4 comentarios:

  1. la madre que los pariço. lo mismo era una defectuosa, vete a saber.

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  2. Seguro que lo era, pero... ¿¿¿cómo leches la deformaron así???

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  3. Un temblor enla maquina que les da forma.

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  4. No digáis "rara de cojones", decid "diseño orgánico", que queda más molonamente modelno.

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