Ricorico, en una palabra. Mucho jamón, mucho vino, espumoso y hasta sidra. Si no recuerdo mal, empecé con una cervecita, luego una sidra, y al menos cuatro vinos. Digo al menos porque hasta ahí recuerdo. No es que llevase una melopea evidente, pero uno no está acostumbrado a estos fastos, y claro... Lo mejor fue casi al final del evento, cuando pusieron bandejas de tacos de queso y pinchos de boquerones con oliva. Ahí me puse las botas. También arramblé con una buena cantidad de jamón, pero lo que me quitó el sentido fueron unos minibocadillos de chistorra. Dentro de lo que cabe, se pueden encontrar buenos vinos, jamón y queso españoles aquí, importados y caritos, pero se encuentran. También hay bares con buenos boquerones y hasta callos, pero hasta ahora no había encontrado chistorra. Y puse solución a ello.
Respecto a las anésdotas, puesss... hicieron una especie de fideuá con fideo fino que más bien parecía yakisoba. Y encima le ponían mayonesa como si fuese un okonomiyaki. En fin, cosas veredes, amigo Sancho...
También un señor de color, de color negro por más señas, se abalanzó sobre el plato antes mencionado con los ojos brillando como luceros del alba. Me dio el pálpito que era sudafricano, porque mientras llegaba a la embajada ví un montón de coches oficiales aparcados alrededor, y a juzgar por los banderines había personal de Sudáfrica, Nepal, India, Estonia, Bolivia (o Lituania, que no me acuerdo del orden de las franjas), y alguno más. Quizá iban a la embajada sueca, que está justo enfrente, pero me da a mi que no. Otro caballero que me llamó la atención fue uno, todo trajeado él, que tomo por asalto una bandeja de jamón, literalmente. Comía a dos carrillos como si lo acabasen de rescatar de una isla desierta.
Por supuesto pude disfrutar de la famosa generosidad española, pues mientras hacía cola detrás de un grupo de japoneses que iban a pedir bebida, llegó el típico gilipollas (ahora me sale la vena Reverte), se planta el primero, y le dice al camarero japonés: Oye nene, ponme una cerveza, una sidra y cuatro vinos, un Rioja y tres Valdepeñas. Yo, con el tiempo, me he vuelto muy ataráxico, quizá demasiado, pero por un momento, en mi cerebro, sólo faltó que una dendrita más hiciese su función para que le espetase: Oye tío cara, ponte a la puta cola, a ver si te crees que estoy aquí admirando el jardín del embajador. Sin embargo, sólo tuve que esperar unos pocos minutos más para ser atendido... aunque a veces uno se cansa de ser tan diplomático.
Dije que el proceso de socialización acabó pronto, pero no antes de que un amable caballero me hablase de matrimonio. Sin mala intención, claro... dado que era sacerdote y puso marcado énfasis en su punto de vista acerca de la indisolubilidad del mismo y la necesidad de hacerlo por la iglesia para que sea de verdad. Y todo porque yo llevaba un libro de fotos del Camino de Santiago que alguien se había olvidado en una mesa. Al menos, ambos coindimos en lo ruidoso de un helicóptero que, por tres veces durante el festorro, se posó en lo alto de la embajada estadounidense, a 100 metros de nosotros.
Una vista del jardín de la embajada.
Otra más. El edificio blanco es la embajada.
Y esta es María, en una foto de su programa que hice hace un porrón de tiempo.
Ya iba siendo hora!!
ResponderEliminarYo también me hinche a comer chistorra, con diferencia el mejor plato de la recepción.
Aunque los montaditos de panceta tampoco estaban mal (eran los dos únicos calientes)
Del vino, bueno, lo malo de ir en Jamonera es que no se puede beber todo lo que uno hubiese querido.
Coincido plenamente contigo: lo mejor, la chistorra. Preferí atiborrarme de ella antes que de panceta, porque aquí también es posible encontrar bacon, pero la chistorra tiene un pringue especial.
ResponderEliminarY si, mejor moderarse si luego has de dominar a Jamonera, que ir a una rueda desde la embajada al trabajo te habría hecho salir en las noticias.
:D
Parece que lo pasaste bien :)
ResponderEliminar¿Ese "típico gilipollas" era japonés o español?
Un cordial saludo.
Si, no estuvo mal. :) Respecto al gilipollus caracementis, evidentemente era español... creí que se sobreentendía por la forma de hablar. :P
ResponderEliminarjajaja ... se entendió muy bien, por supuesto, pero te lo pregunté por si acaso ... porque también hay gilipollas japoneses :P
ResponderEliminar¿No te viste con la "dictadora" de mi "restaurante de sushi"?
La vi, la vi... y ella a mí. Nuestras miradas se cruzaron por un fugaz instante mientras estábamos junto a una mesa. Teníamos entre medio una marabunta de comensales que trataban de tomar al asalto las viandas, así que no le pude decir nada, y luego no la vi más...
ResponderEliminar¿Callos japoneses? Pues no se yo, la verdad...
ResponderEliminarPor cierto, que el edificio de la embajada es enorme. lo imaginaba mas pequeño, la verdad.
Bueno si la comida era gratis no protesto por que se me cuele alguién ...salvo que se lleve el ultimo trozo de jamón...
ResponderEliminarPD:Cómo el lector de tarjetas siga asi de lento , me va a salir más barato comprarme una nueva tarjeta de memoria :S