jueves, 26 de febrero de 2009

Rapidez japonesa

Tranquilidad, hoy no hay cursillo acelerado de japonés, pero sí una referencia a la celeridad japonesa. Creo que soy más viejo que cualquiera de los edificios de la zona donde vivo. Había una excepción, una casita más bien clásica, de madera, con el techo trabajado... lo malo es que sin estar abandonada, no estaba muy cuidada. Con la habilidad que me caracteriza, y de la que siempre hago gala, no hice ninguna foto de la misma antes de la catástrofe.

No llevaba aquí ni dos meses cuando de repente empiezo a oír más vehículos de emergencia de los habituales (es que aquí, te hablan por megafonía), y sorprendentemente, todos parecían parar debajo de mi balcón. Curioso, me asomo y veo la casita viejuna echando humo cual chimenea gigante, y a un nutrido y curtido grupo de bomberos entrando por varios frentes y lanzando agua a mansalva. La calle se llenó de humo y de gente, y aunque las llamas empezaron a asomar por el tejado, finalmente el incendio fue extinguido. Este es el primer punto de la rapidez a la que me refería: los bomberos llegaron aquí antes de que la casa se convirtiera en una falla.

Por desgracia, la casa había quedado echa un torrezno por el interior (doy fe de ello, me asomé todo curiosón), y los propietarios decidieron derribarla. La decisión parece que es lo que les tomó más tiempo, porque cuando empezaron con la demolición, la casa desapareció en TRES dias. En las fotos podéis ver primero una toma nocturna del incendio (os lo juro, la casa estaba ahí), y luego el solar que han dejado.

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