domingo, 8 de marzo de 2009

Cuesta, cuesta...

La vida aquí es complicada a no ser que tengas a alguien que te lleve de la manita. Quizá es que no soy muy aventurero, o ya soy viejo, o las dos cosas, pero en cuatro meses aún no soy capaz de hablar mínimamente.

Por suerte, en las tiendas de 24 horas, o konbini no tienes ni que hablar. Coges lo que quieres, pagas y adiós. En la escuela donde aprendo japonés al menos hablan inglés, y en los restaurantes de ramen no tienes que pedir nada... suele haber una máquina expendedora a la entrada con fotos la mayoría de las veces. Pagas, entregas el recibo y listo. Lo mismo pasa con los restaurantes de sushi. Salvo que vayas a uno de alto standing, los platos circulan frente a la barra en una cinta transportadora. Coges el que quieras y te lo zampas. Cuando acabas, cuentan los platos, cuyo precio está codificado por el color o la decoración, y te cobran. No importa si no entiendes lo que te dicen, porque la caja registradora siempre muestra numeritos. Very Happy

Es curioso ver cómo te cuentan el dinero y el cambio frente a tí para que no haya confusiones. Desde luego me parece una sociedad mucho más educada y respetuosa.

2 comentarios:

  1. Es normal que al principio cueste adaptarse a la vida en el extranjero, no es solo la cultura sino el desconocimiento del idioma el que a veces impide adaptarte antes de lo que uno quisiera. Por eso desde mi punto de vista creo que es importante ir con algunos conocimientos de la lengua del lugar.

    Supongo que será cuestión de poco tiempo en el que te arranques con los nipones! Ganbare!!

    Un saludo!

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  2. Eso espero... cada vez tengo más vocabulario, pero me cuesta hilvanar frases. Y cuando me falla una palabra, no te quiero ni contar.

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