Tras mi compulsiva fiebre compradora de hidroaviones, hice una traca final comprando dos monstruos de cuatro motores. No sólo esos bichos requieren mucho tiempo y habilidad, sino espacio para almacenarlos cuando los acabas, así que me parece que se van a quedar en sus cajas. Dado que me salieron bien de precio por ser una oferta, y que ya tengo en España ambas dos, a ver si las subasto por Ebay o algo.
En fin, encontré los grandotes cuando buscaba algún hidroavión viejuno, porque el problema aquí es que maquetas hay muchas y muy baratas, pero sólo novísimas. No hay forma de encontrar maquetas añejas.
Bueno, cuando detuve mi afán maquetil hace unas semanas (o meses), estaba haciendo un biplano con cabinas abiertas (un
Mitsubishi F1M), y me detuve en el proceso de panelado. Para los profanos diré que un biplano tiene dos alas en cada lado, y es bastante más complicado de armar que los que sólo tienen una. Además, las cabinas abiertas permiten ver el interior con todo detalle, con lo que las chapuzas son mucho más aparentes. Por cierto, el panelado consiste en marcar las líneas que conforman los paneles metálicos que cubren la estructura del avión. La diferencia entre marcarlos o no es que, si no los marcas, el color queda totalmente plano, dejando la maqueta irreal, como un juguete. Panelando y con juegos de luces y sombras se consigue un efecto muy realista, que evidentemente, no soy capaz de reproducir.
Por todo ello, me pasé a hacer un avión más sencillito, un
Aichi E14Y, monoplano con cabina cerrada. Además, el plástico transparente es bastante grueso, al igual que los montantes, con lo que el interior no se ve mucho. De todos modos, el interior era bastante espartano, así que añadí algunos largueros. Por desgracia, me ha pasado de todo: quise eliminar una marca de eyección en la mitad izquierda del fuselaje y lijé alegremente hasta hacerla desaparecer. El problema es que también desapareció parte del marco que sujeta la carlinga, y tuve que reemplazarlo con una tira de
plasticard, con lo que no pude poner largueros en esa parte. También me he cargado el eje de la hélice, pero no hay mal que por bien no venga. El sistema de fijación de la misma no me acababa de convencer, y creo que he encontrado un sistema mejor mientras, con el eje en una mano y la hélice en otra, pensaba en si cortarme las venas o dejármelas largas.
No sólo eso. Ya vísteis en
una entrada anterior que al pobre
Glen le pesaba el culo, así que me propuse solucionarlo en tres frentes, añadiendo lastre en los tres puntos libres por delante del punto de equilibrio, es decir, interior de los flotadores, motor y frente a la cabina. Conseguí encontrar bolas de plomo de diámetros surtidos, y escogí las menores debido a los recovecos que me iba a encontrar. Puse una fina hilera en el hueco del motor, ya que encajaban justo tras el mismo. Rellené alegremente el espacio frente a la cabina, pero el problema vino con los flotadores...
Ya estaban pegados, así que con mucho cuidado comprobé si la unión era lo bastante fuerte. Tuve suerte con el primer flotador, que se separó en sus dos mitades sin excesivos problemas. Rellené con plomitos y cerré nuevamente. Lo malo es que el otro... sólo se despegó hasta la mitad. A partir de ese punto, mis esfuerzos sólo consiguieron destrozarlo, así que corté por lo sano. Literalmente. Arreglar eso iba a costar bastante esfuerzo, pero he descubierto al mejor amigo del maquetista, que además me fabrico yo. Normalmente, los huecos se rellenan con masilla, que posteriormente se lija, pule y pinta. El problema es que las masillas me odian, y siempre me dejan microscópicos agujeritos en la superficie. Eso se acabó desde que fabrico mi propia masilla mezclando cianocrilato con talco. Seca rapidísimamente, refuerza las uniones y se lija con facilidad, dejando un acabado perfecto.
Qué emocionante es mi vida, ¿verdad?
Un flotador abierto, con el único lastre metálico que puse originalmente.
Aquí convenientemente rellenado con plomo.
Este es el que se rompió y tuve que cortar.
Bien roto...
Tras lastrarlo con plomo, lo tapono con una lámina de plástico.
Y así queda, previamente a un relleno, lijado y pulido intensivo, y una capa de imprimación. Por cierto, he eliminado el pequeño timón porque no es realista y... porque quiero comprobar si finalmente no soy capaz de distinguir entre ambos flotadores. Eso significará que lo arreglé bien.
Interior del fuselaje con largueros añadidos.
Imprimado.
Pintado con el verde interior japonés, y ligeramente tratado en color. Se aprecia el lastre de plomo, primero unido mediante cola blanca para ponerlo en su sitio y finalmente con cianocrilato. También se ve en el fuselaje inferior la placa que tuve que añadir para reponer el marco que me pulí (nunca mejor dicho).
La cabina doble. El piloto va delante, el observador y radio-operador (y a veces artillero), detrás. Aún no he puesto los asientos, pues quiero intentar hacerles cinturones de seguridad. El cuadro de mandos está reforzado por dentro con un trozo de sprue y por detrás con una pequeña lámina de plástico. El agujero cuadrado era para que el observador... observara. Hacia abajo, por cierto.
El hueco del motor daba de sí para una doble hilera de plomo. Sobre el se ubicará el motor radial de 9 cilindros.
Y el fuselaje ya cerrado, con una primera lijada y un poco de imprimación.