Una vez visitada la isla, me di un paseito por la playa anexa, donde lo que más me sorprendió, además de encontrarme flotando la cola putrefacta de un atún que pesaría sus buenos 20 kilos, fueron las muchachuelas que tomaban el sol. Si no fuera porque estaban en la playa, parecían sacadas de Ginza. Totalmente repeinadas y con un maquillaje perfecto. Como dicen por aquí, sugoi.
También hay una pequeña línea de tren, de tan sólo 10 kilómetros y 15 estaciones, llamada Enoden. Es realmente estrecha, y en ocasiones discurre directamente entre casas, separadas apenas de las vías. En fin, es un paseo muy recomendable en verano, y que muy posiblemente repetiré. No quiero decir que en invierno sea feo, en absoluto, De hecho, mi primera vez no fue en verano, pero si la temperatura es agradable, puedes incluir el paseo descalzo por las aguas de la playa, o directamente el bañito si uno se anima.
Y el año que viene... más.